Hontanar y la necrópolis de Malamoneda. Montes de Toledo

«¿Qué le habremos hecho al tiempo para que nos castigue de esta manera?
Aquí, antes llovía mucho, los arroyos siempre llevaban agua, tenían vida, daban vida… Todo estaba verde, daba gusto verlo…
¿Qué le habremos hecho a la naturaleza para que nos trate así…?»

Un pastor de Hontanar

Hontanar, fuente de agua

Llegamos a Hontanar con la intención de hacer una ruta que en cierta ocasión nos habían comentado en una oficina de información del Parque Nacional de Cabañeros.
Recordábamos que nos habían contado que era una ruta circular de 6 ó 7 km.. Salía del pueblo de Hontanar y discurría por un paisaje de bosque mediterráneo bañado por varios arroyos.
Pero al llegar al pueblo, unos vecinos nos alertaron de la escasa lluvia que la primavera había dejado en el lugar. Por lo tanto los arroyos estaban secos y no había ningún salto de agua.
A pesar de esto, no nos desanimamos a pasear y disfrutar de un día de campo. Con la intención de volver en otoño o invierno, si llegan las preciadas lluvias a Hontanar.
El curioso topónimo deriva de la palabra latina fontana (fuente  de agua). Lo que nos confirmó, que como bien decía el pastor, desde tiempos muy lejanos, una de las mayores riquezas de Hontanar había sido el agua.

Contenido de la entrada:


Dónde está Hontanar

Hontanar se encuentra en la provincia de Toledo. En el valle que forman los arroyos de Cedena y Pasadero, dentro de los Montes de Toledo.
Pertenece a la zona de influencia del Parque Nacional de Cabañeros.

RUTAS POR HONTANAR

De Hontanar salen dos rutas circulares. Las dos se inician en el mismo punto (tomad como referencia, el panel de información).
Estas son:
1. Ruta del Collado de la Madroña. Una vez en el punto de partida, tomaremos el ramal de la izquierda que llega al collado de la Madroña y a la chorrera de las Lanchas.
Distancia: 6km.
2. Ruta de los Porches. Si optamos por esta ruta, debemos tomar el ramal de la derecha. de 7km. atravesando un magnífico robledal. Llegaremos al «porche» y también a la chorrera de las Lanchas.
En los dos trayectos, el caminante estará en contacto con la vegetación mediterránea característica de esta zona: tomillo, jara, robles, pinos, encinas…
Además, podrá contemplar unas estupendas vistas a los montes y al pueblo.
Rutas por Hontanar
Rutas por Hontanar
Rutas por Hontanar
Bosque de robles
Cabañeros desde Hontanar
Cabañeros
Rutas por Hontanar
Entre jaras, encinas y robles
Ruta de los Porches. Hontanar
Pista por la ruta de los Porches

DESPOBLADO Y NECRÓPOLIS DE MALAMONEDA

Después de la ruta, nos acercamos hasta uno de los parajes más mágicos de los Montes de Toledo: el despoblado y la necrópolis de Malamoneda.
Donde fuimos sorprendidos con las huellas de distintas civilizaciones; desde la prehistoria hasta el S. XIX. Participando de los misterios e incógnitas que guardan algunos de los restos allí encontrados.
Despoblado de Malamoneda

Despoblado de Malamoneda

Los restos del yacimiento de Malamoneda acreditan que hubo un asentamiento humano desde el Neolítico hasta su abandono en el S. XIX.
Es por lo tanto, un interesante recorrido por distintas culturas: vetones, romana, visigoda, musulmana y cristiana.
El yacimiento de Malamoneda se compone de:
  1. Restos de santuarios o pilas de sacrificio de la cultura celta.
  2. Una torre vigía construida entre los siglos XII y XIV cuya función fue controlar el paso entre los montes y alertar del avance de enemigos. Se encuentra muy deteriorada, pues sus piedras fueron reutilizadas en la construcción del poblado.
  3. Un castillo o convento que todavía conserva gran parte de los muros y la cerca. Aunque se desconoce la fecha de su construcción, todo parece indicar que perteneció a la Orden del Temple.

    En el yacimiento también quedan las viviendas derruidas de lo que un día fue el poblado de Malamoneda. Algunas han sido reconstruidas para utilizarlas como corrales y granjas.

Necrópolis de Malamoneda

La parte más misteriosa del yacimiento es una necrópolis con más de 100 sarcófagos esculpidos en la dura roca.
Su origen parece ser que es romano y que se continúo utilizando hasta la etapa de la repoblación cristiana.
De los enigmas pendientes por resolver para los arqueólogos, quedan los nombres célticos de ciudadanos romanos esculpidos en las estelas funerarias.
Un bolo de granito, con dos tumbas en su interior, conserva inscripciones ilegibles que según cuentan los lugareños son las Tablas de la Ley con los Diez Mandamientos.
Esto cuentan, aunque la realidad es otra. Pues tras analizarlas con láser, los expertos han llegado a la conclusión de que se trata de dos estelas funerarias de época romana, en honor al padre y a la hija allí enterrados.
Despoblado de Malamoneda
Despoblado de Malamoneda con la torre vigía sobresaliendo
Necrópolis de Malamoneda
Necrópolis de Malamoneda y restos de posibles santuarios utilizados por los vetones.
Tumbas excavadas en la roca y flores
Tumbas excavadas en la roca de granito
Necrópolis de Malamoneda
Esta tumba es de las pocas que todavía conserva su tapa
Necrópolis de Malamoneda
Epígrafes funerarios de tipo romano en un bolo de granito
Despoblado de Malamoneda
Restos del poblado de Malamoneda
Gallinas
hoy convertido en granja

Leyenda de Malamoneda

Y la leyenda cuenta que en tiempos de reconquista, estas tierras eran defendidas por los monjes-guerreros de la Orden del Temple. 
 
En una granja a orillas del arroyo de Cedena, los caballeros templarios fueron cercados en la torre vigía por los musulmanes.
Muchos días duró el asedio. Viendo los musulmanes que no podrían tomar la fortaleza guerreando, decidieron secuestrar a dos caballeros y ofrecerles una recompensa de monedas de oro, si a cambio les abrían el portillo de la torre. 
Al primero lo decapitaron porque se negó a ello, el otro consintió y recibió una moneda de oro como anticipo. 
Al caer la noche, el templario traidor abrió la puerta y los árabes entraron a la torre matando a todos los caballeros, pues se encontraban dormidos e indefensos.
Cuando el traidor fue a recoger la recompensa, también fue decapitado.
 
Los cadáveres fueron arrojados a los roquedales y cuando llegaron las huestes cristianas, descubrieron que los cuerpos de los guerreros templarios habían derretido la piedra hasta convertirlas en sepulturas.
Todos menos uno, el cadáver del traidor había quedado encima de la piedra y había sido devorado por los buitres, conservando en la mano cerrada la moneda de la traición.
 
Y de ahí el nombre de Malamoneda.
Descansar bajo una encina
Momento de relax en Hontanar